Obon (Día de los Muertos)

El obon, que significa "Día de Muertos" es una costumbre muy representativa y tradicional para el pueblo japonés.
En Venezuela se celebra el 2 de noviembre y generalmente usamos ese día para visitar los cementerios. En Japón la fecha varía dependiendo de la región. Sin embargo, las celebraciones comúnmente se llevan a cabo del 13 al 16 de julio.
El pueblo japonés tiene la creencia de que el alma de los hombres fallecidos que eran jóvenes, solteros o por accidente se convierten en un espíritu dañino si no son atendidos debidamente durante el obon. Para satisfacerlos se prepara una comida especial fuera de la casa sin mezclarla con la de las almas de los antepasados. Las niñas menores de 15 años, son quienes toman a su cargo esta preparación como una práctica de cocina para cuando se casen.
El primer día se da la bienvenida al espíritu de los antepasados colocando una fogata enfrente de la entrada de la casa y unas pequeñas pagodas en el interior de la misma para facilitar su llegada. Se coloca una ofrenda frente al Ihai (tablilla en la que se inscribe el nombre santificado del muerto) o un altar dentro de la casa. Las cosas que se ofrendan son flores, frutas y verduras de temporada, además de la comida. A las verduras como el pepino y la berenjena se les ponen cuatro espigas de trigo a cada una en forma de pies y simbolizar al caballo y al toro, los cuales son considerados como los medios de transporte.
El pueblo japonés cree que el alma de los antepasados no está en un paraíso lejano, sino cerca de la casa cuidando a la familia y creen que el alma de los antepasados reencarna en los nuevos miembros de la familia. No existe una separación definitiva entre la muerte y la vida, mas bien la muerte es la continuación de la vida. Por ello cuando los abuelos vienen de visita durante el obon, son recibidos como el alma de los antepasados que todavía no se han ido y se les ofrece pescado fresco a cambio de la ofrenda mencionada.
En el último día del obon se despide al espíritu de los antepasados colocando de nuevo una fogata para que alumbre el camino de regreso. El pueblo japonés cree que el fuego limpia al espíritu dañino y por ello, usa una fogata en sustitución de las velas. Otra forma de despedirla es colocando una ofrenda sobre un pequeño barco que se deja navegar por un río cercano para que llegue hasta el mar.
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